miércoles, 29 de abril de 2009

Después de que mi boda fictícia del domingo resultara un gran éxito, vuelvo al estrés ante-parciales, ante-finales y anti-selectividad con una sonrisa de oreja a oreja y más optimismo que nunca.

sábado, 11 de abril de 2009

Dormirte bonito para despertarte precioso.



A tu lado los 120 latidos por minuto augmentan aún más, logrando, en efecto, el mayor récord de todos.
Dormirte bonito para despertarte precioso. Entre mis manos tus ojos magos se duermen, levantándose más tarde a besos indefinibles e incontrolables.
Sonreír entre berlinas azucaradas, bocadillos de longaniza y zumos de piña en ese lugar que ya resulta habitual.
Te querré todas las noches de mi vida y te despertaré en cada una de ellas comprobando que no se trata de un sueño.
Proteción es lo que siento al andar de tu mano después de almuerzos casi de diamantes. Dime que siempre, al oír esa canción, te acrdarás de mi y me despertarás a media noche haciéndomelo saber. Cuidado.
Dime que la felicidad esta vez sí, que la queremos para nosotros. "Nosotros", que bonita palabra. Nosotros que soñamos desde el 18.
Las tardes de domingo han dejado su topico de aburrido en la basura para pasar a se un ritual de peliculas sin fin.
Quiero segir perdiéndome sus finales contigo.


miércoles, 1 de abril de 2009

Se trata de un juego.

Es tracta d'un joc. Un joc on les paraules no hi tenen cabuda: només s'hi valen carícies, petons i mirades còmplices. Les coses més insignificants contraataquen a les demés, fent-se valer per sí mateixes. Dir molt en molt poc, per exemple; o parlar-se amb les mans. Un gest o mirada pot arribar a significar i transmetre més que una llarga explicació. És això.
L'essència de les coses les fa més nostres, més 'deveritat' (i, sobretot, si l’essència d’allò que recordem pot arribar a traslladar-nos en moments claus, d'aquells que desprenen màgia per sí sols).
Com el gust de maduixa en uns llavis.


Se trata de un juego. Un juego dónde las palabras no tienen cabida: sólo valen caricias, besos y miradas cómplices. Las cosas más insignificantes contraatacan a las demás, haciéndose valer por sí mismas. Decir mucho en muy poco, por ejemplo; o hablarse con las manos. Un gesto o mirada puede llegar a significar y transmitir más que una larga explicación. Es esto. La esencia de las cosas las hace más nuestras, más 'deverdad (y, sobre todo, si la esencia de aquello que recordamos puede llegar a trasladarnos en momentos claves, de esos que desprenden magia por sí solos). Como el gusto de fresa en unos labios.