viernes, 29 de mayo de 2009

Calles de azulgrana.

Ayer, las calles de la ciudad condal se vistieron de azulgrana en una noche mágica, sin más. El ambiente era inmejorable, la complicidad entre aficionados se hacia presente en las graderias, donde resultaba imposible mantenerse quieto un solo instante. Entre canticos ("Tot el camp, és un clam...", "Ole-le, ola-la, ser del Barça és el millor que hi ha", "Boti, boti boti..." ó "1899, neix el club que porto al cor, blaugrana són els colors, Futbol Club Barcelona, lele..."), saltos y gritos, el tiempo voló.

Teràpia de shock, Miquel Abras, Gossos, Pep Poblet, Roser y Lax'n'Busto (marcando su gol particular), consiguieron mantener -o mejorar- el ambiente ya enloquezido por nuestros héroes.

Los jugadores barcelonistas, muy animados después de realizar una rua por Barcelona, sorprendieron a la misma organización rompiendo el protocolo saltando al campo por uno de los córners. Piqué sorprendió con una camiseta del Camerún y Messi con un barretina. Lionel, nuestro Lionel, no se aguantaba.
Los héroes abandonaron el campo para volver a salir, esa vez sí, segun el protocolo establecido.


Uno a uno salieron los jugadores: Muniesa, Botía, Víctor Sánchez (con el brazo envendado), Sergio Busquets, Pedro, Jorquera, Touré (muy ovacionado), Abidal, Hleb (que sorprendió gritando 'Barça Barça'), Dani Alves (con una gorra de los Yankees), Milito, Sylvinho (también muy ovacionado), Keita, Henry (otro que recibió el cariño del público), Pinto, Bojan (se desató la locura), Messi (el público coreó su nombre), Eto'o, Gudjohnsen (hizo una voltereta y perdió tres billetes de 50 € que tenía en el bolsillo), Márquez, Piqué (otra gran ovación), Cáceres y luego los capitanes: Iniesta, Valdés, Xavi y Puyol, éstos con la Liga en sus manos.

Al ritmo de "We are the champions" todos, absolutamente todos los asistentes al Camp Nou, nos emocionamos. Es la temporada perfecta.
Puyol dió las gracias como Xavi y Bojan. Piqué regaló canticos, al igual que Valdés. Un Eto'o timido no queria hablar (cansancio, según él). Nuestro Messi, por el contrario, estuvo más animado que nunca, balbuceando y dejándose llevar por la euforia azulgrana. Sylvinho dedicó los titulos a sus hijos e Iniesta a su querida Fuentealbilla. Henry confesó ser culé e Gudjohnsen beatificó su Irlanda natal.


Los fuegos artificiales acabaron de redondear esa noche, la mágia de la qual había empezado en Roma varias horas antes.